domingo, 23 de noviembre de 2014

Antigua Ferretería de Clemente Sieber y Cía,

 El establecimiento comercial más antiguo de la ciudad de Saltillo

Para 1900 la Ferretería Sieber ya era conocida como la Antigua Ferretería de Clemente Sieber y Compañía,   pues para ese entonces el negocio tenía cuarenta y tres años ofreciendo sus productos en Saltillo. Los archivos nos llevan al primero de abril de 1872, cuando los señores Daniel D. Brainard y Santiago N. Langstroth, el primero de origen estadounidense y el segundo de origen alemán, ambos llegados al país durante la época del auge del algodón en la década de 1850, decidieron disolver una compañía de comercio que había sido formada en 1857 para efectos de ferretería. La sociedad era llamada D.D. Brainard y Cía., la cual operaba en Saltillo y Monterrey, y a la postre don Santiago N. Langstroth se quedó como único dueño de la compañía.

Tras la muerte de don Santiago N. Langstroth en septiembre de 1876, su viuda, doña Francisca Leichhardt de Langstroth, vende el comercio de ferretería ubicado en Saltillo a don Matías Porth, el día 3 de julio de 1877.

El señor Matías Porth continua sus labores invitando como socio a don Clemente Sieber, bajo la denominación de Porth & Sieber, con operaciones comerciales también en Parras de la Fuente y en ciudad Porfirio Díaz, hoy Piedras Negras, Coahuila.

Con la muerte de Porth, don Clemente invita como socio a su cuñado don Pablo Suess y el negocio se constituye el 29 de junio de 1885 como C. Sieber y Cía.

Al fallecer don Clemente, quedan como propietarios de la casa comercial don Pablo Suess y sus hijos: Elena Francisca, Eduardo Mauricio, Pablo Alfredo, Ricardo Ernesto, Alfredo Enrique Clemente, Carlos Augusto y Alberto Guillermo, todos de apellido Suess Moore.

Tras la muerte de don Pablo Suess el 6 de julio de 1932, lo sucede como administrador su hijo Eduardo M. Suess Moore, quien se distinguió por ser una persona altruista y visionaria, promovió la llegada a Saltillo de la empresa International Harvester, hoy John Deere, una de las primeras empresas trasnacionales que se ubicaron en la capital de Coahuila; además impulsó la instalación de la red de gas entubado en la ciudad y donó los primeros 200 parquímetros, y fue también en dos ocasiones presidente de la Cámara de Comercio. Durante su vida apoyó a varias organizaciones no gubernamentales y fundó la escuela Centro Social Trinidad, donde se apoyaba a jóvenes mujeres con estudios de comercio y contabilidad.

Eduardo M. Suess no tuvo descendencia, por lo que repartió algunas de sus acciones a los empleados de la ferretería y ofreció en venta la otra parte de sus acciones. La accionista mayoritaria de la empresa era doña Elenita, hermana de don Eduardo. Ella fue esposa del dueño del famoso King Ranch en el estado de Texas, la propiedad más grande de los Estados Unidos, y fue hija pródiga de Saltillo, a la cual se le atribuyen grandes obras en beneficio de la población texana.

Mantener activo el negocio de la Ferretería Sieber no sido fácil. Con tanta historia no se puede pensar en un camino llano y sin tormentos, pues ha tenido grandes dificultades. En los inicios del siglo XX la empresa estaba en pleno auge, y antes de la Revolución Mexicana se construyó un imponente edificio diseñado por el arquitecto  Federico Wulff, quien trazó la ciudad de Torreón. Sin embargo poco duró el gusto, ya que en 1914 un voraz incendio terminó con el inmueble y toda la mercancía. Lo más lamentable es que hubo pérdida de vidas y el fuego se extendió por la parte de atrás hacia otros edificios vecinos, entre ellos el Banco Purcell.

La tenacidad es el valor más importante que ha distinguido a las generaciones y directivos de la ferretería. Al día siguiente del incendio, se iniciaron las labores de remoción de escombros y construcción del nuevo edificio para el local comercial. Después de las adversidades sufridas, se sumó una fuerte batalla con la compañía de seguros, aunque se estipulaba el pago de la prima en oro nacional, éste fue realizado en bilimbiques, moneda utilizada durante la contienda revolucionaria, sin respaldo financiero y con valor insignificante.

El largo y sinuoso caminó continuó. Hoy es fácil pensar que pasaron dos guerras mundiales, pero al ser de ascendencia extranjera, los directivos de la ferretería afrontaban diferente trato por parte de gobiernos y autoridades. Más aun, cada contienda afectaba mucho al negocio, ya que las fronteras se cerraban a la mayoría de los artículos de importación, o se imponían aranceles especiales, lo que repercutía finalmente en los precios a los clientes.

Vivir la Revolución Mexicana tampoco fue sencillo: inseguridad, escaramuzas, enfrentamientos, diferentes tipos de monedas, incertidumbre de autoridades, transición de poderes.

Un nuevo incendio en 1935, no de las consecuencias del sucedido en el año de 1914, de todas maneras marcó de nuevo la historia de la Ferretería Sieber. Con el tiempo fue llegando la competencia y tomaron forma negocios más especializados en diferentes líneas de productos, pero aún hasta la fecha la empresa continúa ofreciendo una gran variedad de artículos.


La Ferretería Sieber ha perdurado en el tiempo gracias a que la mayoría de sus administraciones han sido de carácter familiar y a que todas las transiciones del negocio se han llevado al cabo con estricto apego a normas y valores familiares, responsabilidad, rigor y respeto.

Una distintiva disciplina fiscal y administrativa son otros de los factores importantes para la perduración de la empresa. Por esas causas puede presumir de conservar el mismo nombre durante tantos años, pagar los impuestos religiosamente, mantener los pasivos controlados y conservar una relación laboral estable y respetuosa.

El actual propietario de la Ferretería Sieber, don Gustavo Villarreal, comenzó a trabajar como empleado de la empresa en 1944. Poco a poco escaló en el organigrama del negocio, fue el empleado de mayor confianza de don Eduardo M. Suess y de él obtuvo sus primeras acciones, las cuales fue incrementando a partir de adquirirlas de su jefe y de los demás empleados de la ferretería. Más tarde, con la muerte de don Eduardo, obtuvo el control de la empresa al conseguir el resto de las acciones a los herederos de doña Elenita y Pablo Alfredo Suess.

La variedad de productos ofrecidos en la ferretería era muy grande, considerando que la mayoría eran importados de Europa y Estados Unidos. En ese entonces no existían casas especializadas en determinados tipos de mercancías, por lo que los negocios de este tipo debían compensar gran parte de estos abastecimientos.

Los productos que se vendían comprendían una gran variedad: muebles para el hogar, camas y catres, máquinas de escribir, tuberías, válvulas, carretas, trilladoras, manceras, arados, picadoras de rastrojo, alambres, marcos, cuerdas y cordeles, herramientas, pinturas para mosaicos, tornillería, cristales, estufas de leña, lámparas y quinqués, figuras de porcelana, juguetes, muñecas, baños y cubetas galvanizadas, molinos de grano, telas, mallas, semillas, fertilizantes, calderas, motores, tapices, dinamita, cemento, láminas, etcétera.


Durante todo este tiempo la Sieber se ha mantenido en la misma ubicación, en la calle Zaragoza, antes Calle del Comercio, en el centro de Saltillo. Sólo su fachada y edificio han sido cambiados a lo largo de su historia, más no su sede original desde que inició como comercio dedicado principalmente al ramo ferretero. El trabajo y la disciplina han templado el carácter y las políticas de la empresa para seguir dando servicio por más de 128 años; por ello, la Ferretería Sieber ostenta con orgullo el registro número uno de la Cámara de Comercio de Saltillo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario