El cura
Miguel Hidalgo era dueño de tres
haciendas: Jaripeo, Santa Rosa y San Nicolás, en el Distrito de Irimbo (hoy
Michoacán), donde crió toros de lidia. En 1800 vendía toros para la plaza de Acámbaro para varios
festejos taurinos, a razón de 10 pesos cada uno. Organizadores y toreros del
centro del país le consultaban cuando había que implementar los festejos en
honor de los santos patronos.
Consta que después de celebrar la misa de consagración
del santuario de la Virgen
de Guadalupe en San Luís Potosí, ocupó el palco de honor en la plaza de
toros junto con Félix María Calleja,
quien después se convertiría en su más fuerte enemigo. Pocos días antes del Grito, el cura Hidalgo organizó una corrida,
junto con Allende y Aldama, en el palenque de gallos situado frente al curato de Dolores. Allende toreó
bravos animales de la Hacienda del Rincón y
luchó contra el último del encierro
provocando entusiasmo entre el público asistente.
Por lo menos dos toreros, Agustín Marroquín
y Juan Luna, estuvieron entre la gente
de confianza de Hidalgo al iniciarse la
lucha por la
Independencia. Marroquín había llegado como ayudante de cámara del virrey Iturrigaray; cinco años
después gozaba fama de torero valiente por el rumbo del Bajío; cuando Hidalgo entró en
Guadalajara, en noviembre de 1810, el
matador estaba en prisión y había sufrido
la pena de 200 azotes; Hidalgo le otorgó
el grado de capitán y, según Alamán, "en junta de oficiales lo declaró
solemnemente libre de toda nota.
Marroquín fue el encargado de la ejecución de los españoles en
Guadalajara, siguió a Hidalgo después del desastre de Puente de Calderón, y
ascendió a coronel, muy cerca de esta ciudad por el Huachichil, Marroquín detiene
a un grupo de españoles que iban huyendo
ante la inminente llegada del cura Hidalgo a la ciudad de Saltillo, poco tiempo
más tarde fue aprehendido en Acatita en Baján muy cerca de la ciudad de
Monclova, fue condenado a muerte y fusilado en Chihuahua el 10 de mayo de 1811.
El torero Luna gozaba de las confianzas
de Allende y Aldama. Participó en acciones de guerra en Guanajuato, Michoacán y
Jalisco; y fue aprehendió en octubre
de 1810.
De José Maria Morelos se ha dicho que tenía
afición por la fiesta. Más bien parece que
en su juventud trabajó como vaquero cerca de Valladolid, cuidando ganado
bravo. Según Lucas Alamán, al perseguir a un toro rejego se pegó contra una
rama, de cuyo golpe le quedó una cicatriz
en la cara.
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