El Estadio Saltillo.
El presente relato es
producto de la charla que sostuve con mi hermano mayor Antonio, reproduzco
parte de esa conversación. “El Estadio Saltillo tuvo una característica
especial, era un lugar multi funcional, albergaba todo tipo de eventos; por la
década de los años sesenta del siglo pasado, estuve presente en muchos de los
juegos de la liga intermedia de fútbol americano, ahí jugaron los equipos del
Ateneo Fuente, la Escuela de Agricultura Antonio Narro, hoy UAAAN, el
Tecnológico de Saltillo y otros equipos que me tocó ver en partidos amistosos,
fueron el Tecnológico de Ciudad Madero y el Instituto Francés de La Laguna,
entre otros.
En el estadio se jugaba
béisbol más que otra cosa, fue sede de la Liga Otoñal y casa del equipo local
los Vinateros del Club 45, patrocinados por la Compañía Vinícola de Saltillo.
Entre las novenas rivales figuraban los Escoberos de Cadereyta, los Soderos de
General Terán, Nuevo León. Desde Texas venían a jugar los Gasolineros de
Edinburgh, equipo que recibía patrocinio de la marca de gasolina Conoco, y el equipo
a vencer siempre era Trailers del Norte de la ciudad de Monterrey, auspiciado
por Marcos Peña, dueño de Omnibuses Peña.
El equipo de los Vinateros
arrastraba muchísima afición, quedo campeón en varias temporadas. Eran dos
partidos semanales a jornada doble los domingos, casi siempre los Vinateros
ganaban sus dos partidos contra los Soderos, Escoberos y Gasolineros, porque eran
más modestos; en cambio los juegos contra Trailers del Norte a menudo
resultaban con división de honores.
Casi siempre los lanzadores
por el equipo local eran el norteamericano Julius Grant, quien llegó a jugar en
la Liga Mexicana AAA y el pitcher originario de Ramos Arizpe, Margarito el Pájaro Flores. Es probable que el récord
de victorias en ganados y perdidos de pitcheo de la Liga Otoñal, lo haya
ostentado Julius Grant, con récord de diecisiete ganados y cero perdidos.
El estadio fue sede de otro
circuito de beisbol, la Liga Profesional del Norte, ahí jugaban los Diablos
Rojos de Saltillo, los Osos de Torreón, y otro equipo de Guadalupe Victoria,
Durango; de los Diablos de Saltillo recuerdo al famoso catcher de origen cubano
Ángel Millar, fue un jugador que se distinguía. El primera base y manager del
equipo fue Eduardo Pecas Serrano,
vivía aquí en Saltillo, trabajaba en una mueblería llamada Amueblados Mercedes,
en la esquina de Victoria y Obregón,
pero su gran afición era jugar al beisbol.
Otros eventos importantes
fueron los encuentros de Box y Lucha Libre; tanto boxeadores como luchadores
eran profesionales. Los encuentros se desarrollaban puntualmente los jueves a
las 9:15 de la noche, recuerdo que antes de comenzar cada función, entre cada pelea cuando se trataba del
box o en las caídas de la lucha, desde el sonido se
dejaba escuchar la canción que decía… tú,
como piedra preciosa, como divina joya valiosa de verdad… era Gema, de
Guicho Cisneros, interpretada por el trío Los Panchos, se tocaba no menos de
unas 20 veces en cada función, ¡no tenían otra! El romántico empresario jamás
se preocupó por tener mayor variedad musical para el público asistente, así que
después de tantas veces me la aprendí… ¡¡¡Eres la gema que Dios convirtiera en mujer para
bien de mi vidaaaa!!!…..
No podían faltar las
carreras de motocicletas donde los hermanos Cesáreo y Melchor Elizondo, de aquí
de Saltillo, eran las grandes estrellas. Los asistentes rara vez podían
distinguir a detalle las incidencias de la carrera debido a las inmensas nubes
de polvo que levantaban las ruidosas motocicletas que corrían en una especie de
óvalo formado a todo lo largo y ancho del estadio, el cual en toda su historia
jamás tuvo ni un metro cuadrado de césped.
Recuerdo un espectáculo muy
novedoso, nunca visto en la ciudad, los Pilotos Infernales de Jack Koschman. Cruces
y saltos desde rampas, manejo de mucha precisión, conducción en dos ruedas,
delantera y trasera, en autos Dodge, Simca y Valiant, un acontecimiento
maravilloso para el público infantil, que me dejó boquiabierto.
Otro acontecimiento fue la
presentación del perro llamado Mican, que hacía todo tipo de trucos, podía
sumar, restar, multiplicar, el can se encargaba de responder a las preguntas
del locutor llevando en el hocico unas tablas con las respuestas correctas.
El Estadio Saltillo fue
escenario de cientos de eventos deportivos, políticos, cívicos y sociales,
alumnos de todas las escuelas asistían a las ceremonias del Día de la Bandera,
festivales del Día de las Madres, todo en un mismo lugar.
Se supo aprovechar muy bien
por casi treinta años, una tristeza que lo hayan tirado. En su lugar se
encuentra hoy la secundaria Federico Berrueto Ramón.”
El relato del Estadio
Saltillo que hoy comparto es fruto de una amena charla con mi hermano mayor,
Antonio, cuya memoria ha sido invaluable para rescatar muchos de los momentos
que marcaron la vida de este recinto multifuncional. Mientras hablábamos, sus
palabras me transportaban a una época vibrante de nuestra ciudad, en la que el
estadio albergaba una infinidad de eventos que trascendían lo deportivo.
Antonio recordaba con
especial claridad los años sesenta, cuando el estadio era el epicentro de la
liga intermedia de fútbol americano. En ese tiempo, equipos como el Ateneo
Fuente, la Escuela de Agricultura Antonio Narro (hoy UAAAN), y el Tecnológico
de Saltillo se enfrentaban en emocionantes partidos. De vez en cuando, llegaban
otros equipos de fuera, como el Tecnológico de Ciudad Madero y el Instituto
Francés de La Laguna, para disputar amistosos, generando un ambiente lleno de
adrenalina y pasión.
Aunque el fútbol americano
tenía su lugar, lo que realmente predominaba en el estadio era el béisbol. Fue
sede de la Liga Otoñal y casa del equipo local, los Vinateros del Club 45,
patrocinados por la Compañía Vinícola de Saltillo. Antonio mencionaba con
nostalgia a los rivales más frecuentes, como los Escoberos de Cadereyta, los
Soderos de General Terán, y los Gasolineros de Edinburgh, de Texas. Sin
embargo, el equipo que siempre representaba el mayor desafío eran los Trailers
del Norte de Monterrey, auspiciados por el empresario Marcos Peña, dueño de
Omnibuses Peña.
Los Vinateros contaban con
una base de aficionados leal y entusiasta, y no era para menos. El equipo ganó
varios campeonatos, y los domingos se vivían como auténticas fiestas deportivas
con partidos a jornada doble. Los rivales más modestos, como los Soderos y los
Escoberos, solían caer ante los Vinateros, pero los enfrentamientos contra los
Trailers del Norte muchas veces terminaban en división de honores.
Entre las figuras
destacadas de los Vinateros, Antonio recordaba con admiración al lanzador
norteamericano Julius Grant, quien había jugado en la Liga Mexicana AAA, y al
pitcher de Ramos Arizpe, Margarito "El Pájaro" Flores. Grant, según
contaba Antonio, probablemente ostentaba el récord de victorias de la Liga
Otoñal con 17 ganados y 0 perdidos, una hazaña memorable en la historia del
estadio.
El Estadio Saltillo también
fue escenario de la Liga Profesional del Norte, donde jugaban los Diablos Rojos
de Saltillo, los Osos de Torreón y otro equipo de Guadalupe Victoria, Durango.
De los Diablos, Antonio recordaba al famoso catcher cubano Ángel Millar y al
primera base y manager del equipo, Eduardo "Pecas" Serrano, un
apasionado del béisbol que trabajaba en una mueblería local pero vivía para el
deporte.
Además de béisbol y fútbol
americano, el estadio se convertía en punto de encuentro para otros deportes y
espectáculos. Las noches de box y lucha libre eran un clásico de los jueves,
comenzando puntualmente a las 9:15 p.m. Antonio recordaba con gracia cómo,
entre cada pelea, sonaba una y otra vez la canción "Gema" de Guicho
Cisneros, interpretada por Los Panchos. No había variedad en la selección
musical, pero la repetición de esa melodía romántica acabó grabándose en la
memoria de todos los asistentes.
No todo era deporte.
Antonio también recordaba las emocionantes carreras de motocicletas, donde los
hermanos Cesáreo y Melchor Elizondo, originarios de Saltillo, brillaban como
las grandes estrellas. Sin embargo, el espectáculo se veía opacado por las enormes
nubes de polvo que levantaban las motos, ya que el estadio nunca tuvo ni un
metro cuadrado de césped.
Un espectáculo que Antonio
jamás olvidaría fue la presentación de los Pilotos Infernales de Jack Koschman,
un show automovilístico que asombró a todos con cruces y saltos desde rampas,
maniobras en dos ruedas y conducción extrema en autos como Dodge, Simca y
Valiant. Para los niños de la época, este evento fue un verdadero deleite.
Y, por si fuera poco,
también hubo lugar para la presentación de un perro llamado Mican, que
realizaba toda clase de trucos, desde sumar hasta multiplicar, utilizando
tablas con las respuestas correctas. Fue un show que hizo las delicias del
público, especialmente de los más jóvenes.
El Estadio Saltillo no solo
fue un lugar para deportes, sino también para ceremonias cívicas y sociales.
Día de la Bandera, festivales escolares, eventos del Día de las Madres, todos
estos eventos se realizaban en un mismo lugar. Después de casi tres décadas de
actividad, el estadio dejó una huella imborrable en la memoria de Saltillo, y
aunque hoy ha sido reemplazado por la secundaria Federico Berrueto Ramón, su
legado vive en los recuerdos de quienes lo disfrutaron.
Agradezco profundamente a
mi hermano Antonio por tomarse el tiempo para compartir conmigo todos estos
detalles tan entrañables del Estadio Saltillo, un verdadero símbolo de nuestra
ciudad.
Estadio Saltillo
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