Esteban L. Portillo: La verdad detrás de una inicial

El misterio de una letra

Durante más de un siglo, los historiadores coahuilenses han citado las obras de Esteban L. Portillo sin conocer realmente qué significaba esa misteriosa "L." en su nombre. Muchos asumieron que se trataba de "López", asociándolo erróneamente con la prominente familia de origen jalisciense López Portillo. Pero la verdad es más sencilla y está escrita en los documentos familiares: la "L." era de Luna.

Un historiador pionero

Esteban Del Refugio nació el 25 de diciembre de 1854 en Pinos, Zacatecas, no en 1859 como se ha afirmado tradicionalmente. Esta corrección cronológica surge del registro de bautismo conservado en los archivos parroquiales, documento que constituye la prueba más fehaciente de su fecha de nacimiento. El registro, firmado por el presbítero, establece textualmente: "En la parroquia de Pinos, Zacatecas, a treinta de diciembre de mil ochocientos cincuenta y cuatro. Yo el Pbro. J. Inés Luévano, con licencia del párroco adscrito, bauticé solemnemente, puse los santos óleos y crisma a Esteban del Refugio, de cinco días de nacido, hijo legítimo de Narciso De Luna (Portillo) y María de Jesús García."

Este documento bautismal es doblemente revelador. Por un lado, confirma que nació el 25 de diciembre de 1854, lo que significa que murió a los 44 años en 1898, no a los 39 como se había calculado con la fecha errónea. Por otro lado, identifica claramente a su padre como "Narciso De Luna", confirmando sin lugar a duda que Luna era efectivamente el primer apellido paterno.

El registro también proporciona información genealógica valiosa al consignar los nombres de los abuelos paternos como Nicolás De Luna y Trinidad Portillo, así como los abuelos maternos Norberto García y María Merced Herrera.  

Su llegada a Coahuila

El destino de Esteban se entrelazaría con la historia de Coahuila cuando llegó a Saltillo, presumiblemente acompañando al gobernador provisional, el General Julio Cervantes o . Esta llegada marcó el inicio de una etapa fundamental tanto para su vida personal como para la historiografía coahuilense.

En Saltillo, Esteban Luna Portillo encontró las condiciones ideales para desarrollar su vocación de historiador. Su trabajo en el departamento de estadística del Gobierno de Coahuila proporcionó acceso privilegiado a documentos gubernamentales, censos, registros y archivos que pocos estudiosos de la época podían consultar. Esta posición estratégica dentro de la administración estatal le permitió conocer de primera mano los datos demográficos, económicos y sociales de la región, información que resultaría invaluable para sus investigaciones históricas.

Sus obras fundamentales

En 1886, publicó simultáneamente dos obras que se convertirían en pilares fundamentales de la historiografía regional: el Anuario Coahuilense y los Apuntes para la historia antigua de Coahuila y Texas. El primero constituía una recopilación sistemática de datos estadísticos, geográficos y administrativos del estado de Coahuila, mientras que el segundo representaba el primer esfuerzo serio por documentar la historia temprana de la región, incluyendo el periodo colonial y los primeros años de vida independiente de nuestro estado. En la portadilla de este libro aparece Esteban  como miembro corresponsal de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, editado por Amado Prado miembro también de la misma Sociedad, impreso en Saltillo, Tipografía “El Golfo de México” de Severo Fernández  1ª calle de Galeana Núm. 10.

Por desgracia, once años después, en 1897, Esteban culminaría su labor historiográfica con la publicación del Catecismo geográfico, político e histórico del estado de Coahuila, una obra de carácter didáctico que sistematizaba el conocimiento sobre la entidad en formato de preguntas y respuestas, facilitando así su uso educativo.

Durante más de un siglo, historiadores, investigadores y estudiosos han recurrido a estos textos como fuentes primarias indispensables para comprender la evolución histórica, geográfica y social de la región. Sin el trabajo pionero de Esteban, gran parte del conocimiento sobre el pasado coahuilense habría permanecido disperso en archivos o se habría perdido para siempre.

Su labor no se limitó únicamente a la investigación y publicación. Esteban se convirtió en una figura central de la vida intelectual saltillense. Su reconocimiento trascendió las fronteras estatales cuando fue nombrado miembro corresponsal de la prestigiosa Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, institución que valoró especialmente su contribución como recopilador meticuloso de fuentes históricas regionales.

La genealogía revela la verdad

Los documentos familiares muestran claramente el linaje de Esteban. Sus padres fueron José Antonio Narciso De Luna Portillo y María de Jesús García Herrera, aunque el registro bautismal los identifica como "Narciso De Luna" y "María de Jesús García", nombres que corresponden a los mismos individuos, pero registrados en su forma más común de la época.

Esteban no fue el único hijo, tuvo una hermana mayor, Silvina de la Concepción de Luna, nacida en el mismo Pinos, Zacatecas en 1855, quien se casó con Cecilio Rentería Buendía. También un hermano menor llamado Narciso, casado con María de Jesús Pérez. Es significativo observar que tanto Silvina como Narciso llevaron el apellido completo Luna Portillo, ambos apellidos de su padre. Esta evidencia adicional hace aún más notable la decisión de Esteban de firmar únicamente como "L. Portillo", ya que sus hermanos sí conservaron la disposición tradicional de los apellidos paternos.

El orden de los apellidos del padre es definitivo: "Luna" primero, "Portillo" después, siguiendo la costumbre de algunas familias de juntar dos apellidos como uno solo. Por derecho y linaje, Esteban se llamó Esteban del Refugio Luna Portillo García, tal como sus hermanos mantuvieron la nomenclatura familiar completa.

¿Por qué eligió Portillo?

Es difícil saber con certeza las razones por las que decidió firmar con su segundo apellido paterno, quedando la letra L como inicial de su primer nombre. Tal vez en Saltillo notó que había muchas personas con el apellido Luna, casi todos provenientes de antiguas familias tlaxcaltecas. Las razones pudieron ser: una preferencia personal o estética, una identificación más fuerte con el linaje Portillo, la sonoridad de este apellido en su entorno, o simplemente por practicidad, en una época en la que las reglas del registro civil eran laxas y la ortografía de los nombres poco uniformes.

La confusión con los López Portillo

Es crucial no seguir confundiendo a Esteban L. Portillo con la famosa familia López Portillo de Jalisco, que incluye figuras prominentes de la política y las letras mexicanas como José López Portillo y Pacheco (presidente de México), José López Portillo y Rojas (gobernador de Jalisco y secretario de Relaciones Exteriores durante el régimen de Victoriano Huerta) y Jesús López Portillo y Serrano (gobernador de Jalisco y miembro del gobierno imperial de Maximiliano de Habsburgo). Toda esta familia jalisciense mantuvo una clara tradición de usar el apellido compuesto "López Portillo" a lo largo de las generaciones.

La similitud fonética entre "L. Portillo" y "López Portillo" indujo al error a varios historiadores, pero la evidencia documental es clara: no hay parentesco alguno entre ambas líneas familiares. Mientras los López Portillo de Jalisco siempre usaron el apellido compuesto completo, Esteban simplemente firmaba con la inicial "L." de Luna seguida de su segundo apellido paterno Portillo.

Su legado familiar y final

Esteban construyó su vida familiar en Coahuila al casarse con María Elvira Zertuche, una unión que lo integró definitivamente a la sociedad coahuilense. De este matrimonio nacieron tres hijas: Elvira Rafaela, Manuela Victoria y Esther del Carmen Portillo Zertuche. Es importante notar que sus descendientes continuaron únicamente con el apellido Portillo, poniendo en el olvido del apellido Luna en la línea familiar y perpetuando la decisión original de Esteban de identificarse públicamente con su segundo apellido paterno.

Desafortunadamente, la vida del historiador llegó a su fin el 19 de marzo de 1898, cuando sucumbió a la tuberculosis pulmonar en el rancho El Ojuelo, municipio de Parras, Coahuila, donde había establecido su residencia en sus últimos años. Su muerte, a los 44 años, cerró abruptamente una carrera fundamental para la historia de Coahuila y privó a la historiografía mexicana de un investigador que se encontraba en plena madurez intelectual y productiva.

Si Esteban Luna Portillo hubiera vivido más años, es probable que hubiera profundizado en los archivos coahuilenses, ampliando y corrigiendo sus primeras investigaciones con nuevos hallazgos documentales. Tal vez habría completado una historia integral de Coahuila que cubriera desde la época prehispánica hasta el Porfiriato.

Sin embargo, el legado de sus investigaciones y publicaciones perduró, convirtiéndose en referencia obligada para generaciones posteriores de historiadores que estudiaron el noreste de México, aunque siempre con la conciencia de lo mucho que se perdió con su prematura partida.

Devolver la identidad

Este caso ilustra perfectamente cómo las herramientas de genealogía moderna permiten descubrir verdaderos tesoros que ubican a las personas en su contexto familiar y geográfico. El árbol genealógico de Esteban muestra que su familia está asentada principalmente en Zacatecas. Por cierto, pongo a la disposición a quien tenga interés el árbol de Esteban Luna Portillo. 

Gracias a estas herramientas, hemos podido representar gráficamente las relaciones familiares de Esteban, lo que ha sido esencial para entender la estructura y evolución de la familia Luna Portillo a lo largo del tiempo. Sin este trabajo de reconstrucción genealógica, la verdad sobre su identidad habría permanecido oculta bajo la simple inicial "L."

Las plataformas genealógicas y el acceso democratizado a registros históricos han hecho posible que cualquier persona pueda explorar sus raíces y honrar la memoria de sus antepasados, como ha ocurrido en este caso particular.

Este hallazgo nos recuerda que los nombres no solo identifican, sino que también pueden silenciar memorias familiares y decisiones personales. Para los historiadores, es una lección importante: no siempre podemos confiar en la superficie de los documentos. A veces, una sola letra puede abrir todo un camino de investigación hacia la verdad histórica.

Reflexión final

Esteban L. Portillo ha sido conocido así durante más de 139 años. Esta forma de identificarlo ya es costumbre consolidada en la historiografía y sería muy difícil modificarla, aunque no imposible, como se ha logrado con muchas otras confusiones históricas que han sido corregidas a lo largo del tiempo. Mi propósito es simplemente aportar un nuevo dato que enriquezca el conocimiento sobre este importante historiador coahuilense.

La historia se construye con la acumulación de información precisa, y cada dato que se rescata del olvido contribuye a una comprensión más completa del pasado. En este caso, saber que la "L." correspondía a Luna no cambia la importancia de su obra ni su lugar en la historiografía regional, pero sí nos permite conocer mejor al hombre detrás de los textos, entender su contexto familiar y, quizás, comprender algunas de las decisiones que marcaron su vida y su carrera.

La "L." no era de López. Era de Luna..



Esteban Luna Portillo García, pionero en la investigación histórica de Coahuila   

El tercero de los sentados de derecha a izquierda es Esteban Luna Portillo, junto a funcionarios de la Tesorería General del Estado de Coahuila, imagen tomada en 1885




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