Cine Manuel Acuña y Teatro Cine Marycel.
Ariel Gutiérrez Cabello
A principios del siglo XX, Saltillo era una ciudad en plena
expansión, y los sueños de aquellos que llegaban buscando un nuevo comienzo
encontraban eco en sus calles polvorientas. Fue en este contexto que el catalán
Juan Gallart Salgas arribó, trayendo consigo no solo su pasión por el comercio,
sino también un profundo deseo de ofrecer entretenimiento a la ciudad.
Proveniente de Cataluña, Gallart encontró en Saltillo un lugar ideal para
desarrollar su visión. Pionero en la manufactura de ropa de trabajo, pronto
incursionó en el difícil negocio de los espectáculos, donde su huella sería
indeleble.
Su primer proyecto fue el Cine Manuel Acuña, un modesto cine
ubicado en la antigua calle Galeana, hoy conocida como Aldama. Pero Juan
Gallart no se conformó solo con eso. Para rendir homenaje a su tierra natal,
bautizó a su segundo cine como el Teatro Marycel, un nombre que en catalán
evoca la unión poética entre el mar y el cielo. Ambos cines compartían la misma
ubicación privilegiada, donde alguna vez se erigió la Librería de Cristal, en
la esquina de Aldama y Zaragoza.
El 14 de marzo de 1930, el Cine Manuel Acuña cerró sus
puertas, pero no todo estaba perdido. Apenas unos días después, el Teatro
Marycel estrenó un bello edificio de estilo modernismo catalán, con capacidad
para 700 personas. Este teatro, lejos de ser un negocio rentable, fue la
contribución de Gallart a la vida cultural de la ciudad. Su nieto, Raymundo
Gallart, recordaría años después que su abuelo había construido el Marycel
pensando en la gente de Saltillo, ofreciendo funciones a precios accesibles, manteniendo
siempre la calidad y la categoría de un buen cine.
El Marycel no solo proyectaba películas, sino que también
ofrecía un espacio para el disfrute social. Los domingos, en la planta alta del
teatro, se vendían refrescos y nieve, mientras la música de una Victrola
llenaba el aire, invitando a los asistentes a bailar. Diversas orquestas
locales, como la de Jonás Yeverino Cárdenas y la de Lorenzo Hernández,
amenizaban estas veladas, mientras los asistentes disfrutaban de las notas de
composiciones de Benny Goodman o Pablo Beltrán Ruiz. En este mismo espacio, se celebraron
bailes que, con el paso del tiempo, se convirtieron en momentos inolvidables
para la juventud saltillense.
El Marycel también fue escenario de grandes representaciones
teatrales, muchas veces encabezadas por actores de renombre. Uno de los
momentos más memorables fue cuando José García Rodríguez, apodado "El
Estudiante", compartió tablas con el famoso actor Enrique Rambal en la
obra El Mártir del Calvario. Aquel espectáculo, que más tarde sería
llevado al cine en 1952, fue toda una sensación en Saltillo. Pero no todo fue
drama en aquellas tablas. Durante la representación, uno de los extras, Ramiro
Morales, apodado "La Pulga", protagonizó un incidente que transformó
la tragedia en comedia. En una escena en la que su personaje debía estar
crucificado, los guardias romanos, interpretados por otros extras, se dedicaron
a picarlo con sus lanzas, provocando que el público, conmovido en un inicio,
terminara riendo ante los sobresaltos de Morales y su cómica amenaza de
venganza.
El Marycel, sin embargo, no pudo escapar a las dificultades
económicas. Para 1933, el teatro operaba con menos frecuencia y las ganancias
eran escasas. Juan Gallart, agotado por las dificultades de mantener su sueño a
flote, cedió la administración a la firma de A. Rodríguez y Hno., una empresa
monopólica que ya controlaba otros cines en la ciudad, como el Teatro Obrero y
el Cine Variedades. Los hermanos Antonio y Adolfo Rodríguez dominaron por más
de 40 años la distribución de películas de los grandes estudios
cinematográficos en Saltillo.
A pesar de los esfuerzos por mantener el teatro, la muerte
de Antonio Rodríguez en 1942 marcó el final del Marycel. Las puertas del gran
teatro se cerraron para siempre, y con el paso del tiempo, el edificio fue
demolido para dar paso a la expansión de la calle Aldama. La historia, cíclica
como tantas veces en Saltillo, dejó atrás aquel espacio de mar y cielo que
tanto había contribuido a la vida cultural de la ciudad.
Hoy, el recuerdo del Teatro Marycel vive en las historias
contadas por quienes alguna vez cruzaron sus puertas, un testimonio de una
época en la que el cine y el teatro eran más que entretenimiento: eran un
reflejo del alma de Saltillo.
Costo de las entradas en los cines en 1932
Cine Precios
tarde o noche |
Matinée 10.00 |
Luneta Tarde
15:00 Noche
20:00 |
Damas o
niños |
Preferencia |
Galería
Anfiteatro |
Teatro
Obrero |
.20 |
.50 |
.30 |
.10 |
.05 |
Teatro
Variedades |
.50 |
.50 |
.30 |
.30 |
|
Teatro
Marycel |
.30 |
.50 |
.20 |
.15 |
Postal cortesía del Archivo Municipal de Saltillo.
Hasta el momento esta la única imagen que se conoce del Gran
Teatro Marycel, sus propietarios lucharon por hacerlo un cine independiente, al
final perdieron la batalla ante la empresa de los hermanos Rodríguez quienes
tomaron el control hasta su cierre.
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