Relatos y Retratos del Saltillo Antiguo
Ariel Gutiérrez Cabello
Los desmanes de los Dorados
de Villa
En mayo de 1914, tras la
estrepitosa derrota de las fuerzas federales por el bando revolucionario, la decisiva
batalla tuvo como escenario los llanos cercanos de la estación de Paredón,
Coahuila. Los pelones se vieron obligados a evacuar Saltillo, no sin antes por
supuesto, arrasar a su paso con saqueos, destrucción, muerte y para cerrar con
broche de oro, la quema del edificio del Casino de Saltillo.
El responsable de aquellos
siniestros y asesinatos de gente pacifica, fue el gobernador huertista de
Coahuila, el general José Joaquín Arnulfo Orión Maas Águila, conocido como El
Príncipe Heredero, además flamante sobrino del usurpador Victoriano Huerta
Márquez, conocido popularmente con el acertado mote de El Chacal. ¡¡Vaya
joyas!!
Las tropas federales se
dieron gusto al saquear varios comercios, entre los cuales se contaron: la
tienda de ropa ubicada en la calle de Zaragoza llamada El Puerto de Liverpool, propiedad
del francés Feliciano Groues, otra tienda más fue la de Román de León Flores, una
talabartería que estuvo ubicada en Zaragoza y Ocampo, el dueño desafortunadamente
opuso resistencia, los militares no dudaron en matarlo en el acto. En su salida
se detuvieron en otro comercio de abarrotes de la calle de Guerrero y De la
Fuente, el saldo; destrucción, estantes vacíos y muertes.
Las fuerzas de Francisco
Villa entraron a Saltillo casi pisando los talones de los federales. Los
villistas ocuparon la plaza sin resistencia. El general Francisco Villa llegó a
la ciudad con el Lic. Jesus Acuña, quien traía la consigna de hacerse cargo de
la Secretaría de Gobierno y ocupar de manera provisional la silla del Poder Ejecutivo
del Estado, entretanto arribara el primer Jefe de la Revolución
Constitucionalista, don Venustiano Carranza, en ese entonces se encontraba en
Durango.
A sus anchas
Los oficiales
revolucionarios de alto y medio rango ocuparon las más elegantes residencias de
la ciudad, ya que sus dueños habían abandonado la ciudad semanas atrás por la
inestabilidad política
Francisco Villa ocupó la
casa del empresario textil Francisco Arizpe y Ramos. A un lado de la Catedral,
Hidalgo y el callejón de Santos Rojo. Villa utilizó dicha propiedad como
cuartel, centro de operaciones y cárcel durante la corta estancia que permaneció
en la ciudad. Otra residencia ocupada por los villistas fue la de don
Crescencio Rodríguez, ubicada en Hidalgo y el antiguo callejón del Truco, hoy
General Ildefonso Vázquez.
Otros inmuebles que
albergaron a las fuerzas revolucionarias fueron: El edificio del Banco de
Coahuila, la magnífica residencia del millonario empresario minero don Gabriel
Flores, justamente ese espacio fue convertido en el Museo de la Revolución hace
más de diez años.
La casa que se encuentra en
la parte sur de la hoy Plaza de Armas, en otro tiempo llamado Edificio Juárez,
fue habitado por su propietario el señor Eugenio Aguirre y su hija Dolores. Se
decía que la mansión estaba repleta de finos muebles estilo francés, valiosos
tapetes orientales. Los armarios estaban repletos de finísima ropa y trajes
traídos de París y Nueva York, vestimenta de ocasión de la señorita Lolita Aguirre,
sin dejar de mencionar varios lotes de brillantes y costosas joyas.
Diversión a lo lindo
La casa no pasó
desapercibida por los jefes y oficiales villistas. Los famosos Dorados,
forzaron las cerraduras y se introdujeron en la casona. Noche a noche se
divertían como en ningún otro lugar. Las juergas eran constantes, el ruido y
escandalo rayaron en lo mayúsculo. En una fresca noche de mayo, organizaron un
gran baile, invitaron a toda clase de mujeres de la vida galante. Entre las
protagonistas de aquella francachela, estuvieron: la famosa Félix Chacón de obeso
cuerpo y toscas facciones, vestida con traje largo, amplio escote, ataviada de
collares de perlas, anillos de brillantes y aretes de esmeraldas. De igual
manera hizo presencia Abigail Jiménez también de talla extragrande, con traje
largo y un amplio escote que dejaba ver sus grandes atributos.
La estrella de la noche.
Otra simpática morena de
ojos negros, la célebre Maria Muro. Aquella noche lució elegantísima, su coqueto
rostro lo dejaba entre ver con el vaivén del abanico de plumas de avestruz, sin
dejar de mover los brazos para lucir pesada pedrería. Otras mujeres más
humildes se ataviaron con atuendos y joyas, toda propiedad de Lolita Aguirre. Los
vestidos y joyas terminaron en manos de las muchas damas asistentes, es decir
se los robaron.
Nunca antes visto en
Saltillo
Los Dorados en su papel de
grandes potentados se divirtieron como nunca.
El baile fue amenizado por una gran orquesta que no paró de tocar hasta
la mañana siguiente. Vinos y hasta champagne corrieron en abundancia para todos.
Las copas de más empezaron a surtir efecto entre los asistentes. Los gritos
hicieron crecer el alboroto, ante tamaño jolgorio varios curiosos se
congregaron en la plaza. Los mirones horrorizados, quedaron atónitos y
perplejos. Varios soldados junto a sus respectivas damiselas salieron al balcón
para hacer gala de una exhibición pública de su desvergüenza y cinismo. Eche usted a volar su imaginación.
Al día siguiente la noticia
sobre el baile que se salió de control se extendió por todos los rincones de la
ciudad. Los incrédulos y reprobatorios hechos causaron indignación, sobre todo
entre muchas mujeres: “Nunca se había visto semejante barbaridad y frente de la
Catedral, válgame, Jesucristo”. Sin dejar de hacer velozmente y varias veces la
imaginaria cruz al persignarse.
Según el periodista Juan de
Dios Olivas. “El origen de Los Dorados se desconoce a la fecha su significado.
Algunos creen que fue por la insignia dorada que llevaban en el sombrero, otros
por las monedas de oro con las que pagaban lo que adquirían y otros más como
analogía con el famoso grupo de bandoleros llamado Los Plateados”.
La estancia de Los Dorados en
Saltillo fue breve, abandonaron la ciudad para trasladarse a Torreón. El
recuerdo de aquel baile no duró mucho, la calma regresó al pacífico y
conservador Saltillo del año de 1914.
Casa de don Eugenio Aguirre escenario de una sonada fiesta de proporciones nunca antes vistas en la ciudad.
Los Dorados de Villa
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