domingo, 6 de marzo de 2022

 

Fotógrafos de la ciudad.

Mora y García, Los Amos de la Fotografía.
 

Relatos y Retratos del Saltillo Antiguo

Ariel Gutiérrez Cabello

Es muy probable que, en los diferentes archivos oficiales y familiares, se encuentren imágenes de esta famosa agencia de fotógrafos; la cual estuvo situada en la calle de Aldama 576, se mantuvo en servicio por casi 30 años. Dedicados a captar los irrepetibles e inolvidables momentos de la vida social y política de la ciudad.

La sociedad entre Mora y García dio comienzo poco antes de la década de los cincuenta del siglo pasado. José Mora Luna además de fotógrafo, fue el encargado de revelar e imprimir fotografías, Rubén García Soto, apodado El Güero, fue el socio capitalista y a cargo de las relaciones públicas del negocio.

Por años fueron fotógrafos oficiales de cubrir eventos y ceremonias oficiales del Gobierno del Estado y la Presidencia Municipal de Saltillo. De igual manera proporcionaban los servicios para retratar a delincuentes e infractores, imágenes que se utilizaban para elaborar la ficha de detención de las policías judicial, municipal y la Penitenciaría del Estado. Otra vertiente importante de la agencia era la cobertura fotográfica de todo tipo de eventos sociales.

Un día normal de trabajo en Mora y García, comenzaba a las nueve de la mañana, la primera tarea era repartir e ir a cobrar las fotos que se habían quedado pendientes del día anterior, como segunda faena era rastrear fechas de las próximas ceremonias a llevarse a cabo, las fuentes para lograr esa información eran las oficialías del registro civil y las sacristías de las iglesias; una vez obtenidos los datos, se llevaban a ofrecer a domicilio los muestrarios de fotos.

Mora y García, dura escuela de buenos fotógrafos

Varios fotógrafos desfilaron por este emblemático negocio, entre ellos se cuentan a: Juan Alberto Rodríguez, José Ángel Ramos, Isidro Aguirre, Ramón Hernández, José Narro, Alberto Carrillo, José Antonio Carrillo, Gabriel Berumen y Juan García Olvera. Hace tiempo, tuve la oportunidad de platicar con uno de los fotógrafos que se formó con Mora y Garcia.

Juan Alberto Rodríguez Díaz, comenzó a trabajar en 1950, justo cuando cumplía diez y seis años. Rubén García,  pidió permiso al padre de Juan Alberto para que fuera  a cobrar unas fotos de unos recién casados, el joven Juan Alberto tomó las fotografías y en su bicicleta llevó los 20 retratos enmarcados en cartulina a la calle de Múzquiz, al llegar al domicilio, se dirigió con el novio, “mire aquí están las fotos, se la mandan Mora y García”, el novio preguntó ¿cuánto es?, Juan Alberto respondió, “200 pesos, a diez cada una”,  de regreso a la agencia, el Güero García, se extrañó de la rapidez con la que el joven había vuelto, además había logrado vender todas las fotos. El Güero acababa de darle empleo, “Muy bien, mañana vienes en la mañana, ¡ah!! Ten este dinero”, entregó el 20% de la venta; vaya sorpresa se llevó el joven, éste se preguntó, cómo fue posible que por recorrer solo unas cuadras en bicicleta y en muy poco tiempo, se había ganado 40 pesos.

 

 

 

Habilidad nata y mucha curiosidad.

Otras tareas encomendadas al joven Juan Alberto, fue la de surtir las sustancias químicas, como el hiposulfito, hidroquinona, ácido acético, ácido sulfúrico, todo, en la tienda del señor Alejandro V. Carmona, ubicada en la Calle de Venustiano Carranza, hoy Manuel Pérez Treviño.  Al pasar una serie de pruebas, a los tres años cámara en mano, salió a retratar automóviles, casas, gente, entregó el rollo y al revelarlo, el Güero García notó que el joven Juan Alberto enfocaba bien y las composiciones no estaban tan mal para un principiante.

El “rápido” proceso para obtener fotografías.

Después de tomar varias escenas de algún evento social con la cámara de 35 milímetros, se dirigía a revelar el rollo, secarlo en una charola con albohol, después pasar el negativo a la ampliadora para imprimir en papel, de ahí al revelador, luego al baño para parar el revelado, enseguida a la charola del fijador, por último, enjuagar las fotos, secarlas, montarlas y regresar en bicicleta a venderlas, todo en muy poco tiempo porque se acaba el evento.

La caída de la fuerte sociedad de Mora y García

La fuerte competencia, hicieron que se redujeran los ingresos. La manera en que Mora y García llevaba a vender los retratos era en bicicleta; su competidor cercano, la Fotografía Posada, lo hacía en motocicleta, Mora y Garcia empezó a perder clientes, ya que Posada casi siempre se adelantada.

Las pérdidas económicas fueron cada vez mayores, en 1978 Rubén García se retiró, la agencia cambió de nombre a Foto Mora, solo quedó Mora y un empleado, el fotógrafo Gabriel Berumen, quienes siguieron en el negocio por algunos años más.

Afortunadamente el archivo con millares de negativos, se conserva, gracias a la familia de Gabriel Berumen.





José Mora Luna                           



Ruben Garcia Soto                          






Juan alberto Rodríguez Días, empleado de Mora y Garcpía por casi tres decadas.  


Juan García Olvera único sobreviviente de los fotógrafos que se formó con Mora y García 



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