Emblemáticos espacios de la calle Padre Flores
Relatos y Retratos del Saltillo Antiguo
Ariel Gutiérrez Cabello
Enclavada en el corazón de la
ciudad, sobre esta calle de apenas cinco cuadras, han existido importantes
construcciones que forman parte de la historia de nuestra ciudad. El nombre se debe en honor al célebre
sacerdote y educador Manuel Flores Gauna. El doctor Dionisio García Fuentes,
médico de cabecera del presbítero, comentó en una entrevista: el Padre Flores siempre
se dedicó a ayudar al prójimo, muchos fueron los desamparados y perseguidos a
los que dio refugio en su propia casa.
En 1856, el Padre Flores creó el Colegio
Josefino, la sede fue el exconvento franciscano contiguo al templo de San
Francisco. Cuando fungía como director, fueron varias las ocasiones que pagó de
su bolsa el sueldo de los profesores. Al cierre de esta institución educativa,
el edificio sirvió como sede del Ateneo Fuente hasta 1933.
Una de las más contadas anécdotas
del sacerdote, fue cuando salvó la vida al licenciado y general Lázaro Garza
Ayala, quién fue gobernador de Nuevo León. En cierta ocasión el licenciado
Garza Ayala fue sentenciado a muerte, el Padre Flores abogó e influyó con el Gobierno
para que no fuera fusilado, la intervención resultó con el indulto del
desdichado.
El padre Flores, nació en Saltillo
en 1819, fue bautizado el 5 de septiembre de 1820 como Serapio Manuel Ygnacio
Flores Gauna, murió el 20 de septiembre de 1889 por una complicación de una
infección en la vejiga. Su última morada fue la casa marcada actualmente con el
número 204 de la antigua calle de las Barras, después llamada Iturbide, más
tarde Venustiano Carranza, finalmente quedó con el nombre de General Manuel Pérez
Treviño.
Nuestro recorrido comienza a un
lado del templo de San Esteban, con dirección al norte o como decimos aquí,
hacia abajo, en esta acera estuvo uno de los sitios más famosos de coches de
caballos, pasos más adelante en la esquina N.E. de la calle de Padre Flores y
Ocampo, en 1912 don Evaristo Hinojosa estableció un negocio de muebles, al
crecer se trasladó a un moderno local en la calle de Allende, su hijo Humberto,
estuvo al frente de la Mueblería Hinojosa hasta casi los años ochenta del
pasado siglo. En la misma esquina que ocupó de don Evaristo Hinojosa estuvo una
agencia bancaria. Enfrente estuvo la Tintorería Majestic pionera en introducir
maquinaria para el lavado en seco de la ropa.
Por la misma calle esquina con
Abbott, una vieja fotografía de los años cuarenta muestras en la fachada de una
vieja vivienda de adobe el anuncio del ron Habanero Añejo Pedrero y el Coñac
Canciller, bebidas espirituosas de una casa comercial la ciudad de Monterrey.
Por Padre Flores donde topa la
calle Abbott a principios del siglo veinte en una improvisada carpa, funcionó un
cinematógrafo operado por un cubano de apellido Sanabia, varios años después,
ahí mismo estuvo el cine Variedades regenteado por un señor de apellido
Carabaza. Sin cambiar de lugar, en 1950 se construyó el edificio de la terminal
de autobuses Monterrey Saltillo, a la izquierda estaba la entrada al restaurant
HENO´S, con el típico anuncio de estilo Art Deco y su parpadeante luz azul de neón.
La estación de además contaba con peluquería, fuente de sodas, bolería y una
amplia sala de espera para pasajeros. Por años las tarifas para Monterrey se
mantuvieron inalterables, en primera clase 8.00 pesos y en segunda 5.45.
En la actualidad en este sitio se
encuentra un estacionamiento de varios niveles que tiene entradas y salidas por
las calles de Victoria y Manuel Acuña.
A principios del siglo 20, a un
lado de los Monterrey Saltillo, estuvo una fábrica de sodas propiedad de don
Braulio Zertuche, poco antes de la Revolución, el señor Zertuche construyó un
edificio de dos plantas con un balcón corrido de forja, local que después
sirvió para la sociedad con don Jesús Cabello, para la introducción de los
primeros baños públicos de vapor y regaderas con agua caliente. En 1924, el
local fue adquirido por el señor José A. de la Garza, quien transformó la
casona para abrir el Hotel Hidalgo. El hotel pasó a manos de un inversionista
de la ciudad de Monterrey, los años cobraron factura, el deteriorado Hotel Hidalgo
cerró sus puertas por los años setenta del siglo pasado.
En el mes de junio del año pasado
tuve la oportunidad de platicar largo y tendido con Polo Canales, recientemente
fallecido, en aquella amena charla, don Polo con mucha nostalgia recordó que
cuando era niño un tío lo mandaba a vender quesos afuera del hotel Hidalgo, el
punto de venta era muy bueno por la cantidad de gente que por ahí transitaba,
sin embargo el encargado del hotel constantemente lo corría y le impedía vender
los quesos, cierto día el administrador del hotel cansado de echar fuera al
niño, prácticamente lo corrió a patadas, el indignado niño reclamó los
estrujamientos y golpes, encorajinado preguntó, ¿cuántos años tienes?, no hubo
respuesta, espero que vivas muchos años, porque un día voy a comprar este hotel
y yo mismo te voy a correr.
En 1992 don Polo Canales determinado
a cumplir aquel sueño y con capital suficiente, se marchó a Monterrey para
buscar al dueño del derruido hotel Hidalgo, a su regreso a Saltillo, era ya el
nuevo propietario del hotel. Después de una profunda remodelación y una
rigurosa supervisión del Centro Histórico, el Hidalgo reabrió sus puertas. A un
lado del hotel, en los sesenta dones Evaristo Córdova Maldonado, abrió el Café
Victoria, en la actualidad la tercera generación continua con el negocio, recientemente
Jorge Alejandro, cambió el nombre a Café La Gloria.
Sitio de coches de caballos en la
calle Padre Flores
El edificio del casi centenario
Hotel Hidalgo
Aspecto de la Calle de Padre Flores
1925
Presbítero Manuel Flores Gauna 1820-1889
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